Las movilizaciones masivas del pasado fin de semana en la isla son la respuesta al hartazgo de los ciudadanos ante la rampante escasez. El Gobierno pone parches al descontento y busca culpables en Estados Unidos
Los dos hijos pequeños de Maritza González no saben, desde hace tiempo, lo que es dormir hasta el amanecer. En su casa de Morón, en la provincia cubana de Ciego de Ávila, Maritza se las ingenia, les sacude los mosquitos, los abanica con un trozo de cartón, pero a sus dos hijos pequeños les cuesta pegar los ojos. “No pueden dormir porque cada tres o cuatro horas se va la luz”, dice. Y si no hay electricidad tampoco se puede conectar el ventilador o el aire acondicionado. “Tienes que echarles aire con un cartón, y uno también es un ser humano y se cansa de estar todo el día en esto”. Desde hace varias semanas, la Unión Eléctrica de Cuba informa de los constantes cortes del servicio de electricidad en la isla, lo cual sumado a la crisis de alimentos que golpea al país, desató el domingo 17 de marzo unas protestas masivas que han vuelto a poner en jaque al Gobierno de Miguel Díaz-Canel.
La movilización callejera, que comenzó en un barrio de la ciudad de Santiago de Cuba cerca de las dos de la tarde, para la noche del domingo se había multiplicado en otras provincias del país como Matanzas o Artemisa. Si las primeras demandas fueron de “corriente” y “comida”, luego los manifestantes gritaban “libertad” y abucheaban directamente al actual presidente. El Gobierno cortó internet para impedir que se reportaran los sucesos o se extendieran a otras zonas del país, pero varios alcanzaron a compartir las imágenes donde cientos de personas también gritaban a coro la frase “Patria y vida”, que ha devenido un himno de las protestas.
Aunque en la isla se han reportado otras manifestaciones de descontento, estas son las más multitudinarias desde las del 11 y 12 de julio de 2021, cuando miles de cubanos salieron a las calles por las mismas razones.
A pesar del escarmiento del Gobierno a las protestas anteriores, que algunos han pagado con condenas de hasta 20 años de prisión, la situación económica llevó otra vez a los cubanos a las calles. Los largos apagones de hasta 18 horas recuerdan los ya vividos en los años noventa durante el llamado Período Especial, tras la pérdida de la ayuda que llegaba de la antigua Unión Soviética. Ahora, se ha visto afectado el envío de combustible desde países aliados como Rusia o Venezuela, y además se suman las recurrentes roturas de la Central Termoeléctrica Antonio Guiteras, la principal del país.
Desde Santiago de Cuba, una vecina que pidió permanecer en el anonimato confirma que siguen los apagones, y que al menos a su bodega no llegan alimentos desde hace un mes. A pesar de que hace una semana muy cerca de su casa se desató la revuelta popular, dice que la ciudad volvió a la normalidad. Para aplacar la protesta, el Gobierno envió a algunas bodegas muy localizadas productos como arroz y azúcar. También desplegó sus fuerzas policiales y militares para desactivar la manifestación.
Díaz Canel acusa a EE UU de “calentar las calles de Cuba”
La primera secretaria del Partido Comunista en Santiago de Cuba, Beatriz Johnson Urrutia, fue la enviada para calmar la revuelta popular, anunciando el envío inmediato de alimentos a ciertas bodegas de la ciudad. “No podemos negar que fue una situación de mucha tensión”, dijo luego, al aparecer en la prensa oficial. “Pero como siempre, el pueblo lo entendió”.
Al tiempo en que transcurrían las protestas, el gobernante Miguel Díaz-Canel reconoció en X (antes Twitter) el descontento ciudadano a causa de la “situación del servicio eléctrico y la distribución de alimentos”, y aseguró que la disposición de las autoridades era “atender los reclamos” del pueblo.
El discurso del presidente, de la cancillería cubana o la prensa estatal ha sido el mismo: responsabilizar de las protestas a la supuesta injerencia de Estados Unidos. Díaz-Canel culpó a los “políticos mediocres y terroristas” del sur de la Florida de “calentar las calles de Cuba”, algo que Vedant Patel, portavoz adjunto principal del Departamento de Estado, desmintió de manera inmediata. “Estados Unidos no está detrás de las protestas en Cuba y esa acusación es absurda”, dijo en una declaración oficial. “Las protestas de ayer en varias ciudades de Cuba reclamaban electricidad, alimentos y libertades fundamentales. Creo que lo que estamos viendo es reflejo de la grave situación en la isla”, añadió.