Francia cerró la campaña electoral en un clima de tensión e incertidumbre
Hoy es un día de “reflexión” para los franceses, que mañana están llamados a votar en el balotaje de las elecciones legislativas convocadas sorpresivamente por el presidente Emmanuel Macron tras la derrota del oficialismo en los comicios europeos. La ultraderecha de Marine Le Pen busca repetir la victoria pese al “cordón sanitario”, la alianza del centrismo y la izquierda.
La campaña electoral de Francia cerró ayer en un clima de gran tensión para la segunda vuelta de las elecciones que podrían paralizar al gobierno de Emmnuel Macron o ver a la extrema derecha llegar al poder por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial.
Más de 50 candidatos y activistas han sido agredidos físicamente durante la campaña, la más corta en la historia moderna de Francia, y 30.000 policías serán desplegados este fin de semana para prevenir problemas.
Ayer fue el último día oficial de campaña y hoy será un día de descanso antes de que mañana abran las urnas para las elecciones de segunda vuelta en distritos que no lograron elegir a un ganador absoluto la semana pasada.
Pero, con el final de la campaña y a solo horas de distancias, era el partido de Marine Le Pen, el Rassemblement National (RN), anti-inmigración y euroescéptico, el que tenía el viento a su favor antes de la segunda vuelta, aunque en una proporción menor a la que se temía, gracia a una reedición del llamado “cordón sanitario” montado por las fuerzas sanitarias para evitar la victoria de la extrema derecha. La iniciativa consiste en la llamada “desistencia”: donde más de un candidato que no pertenece a RN pasó a la segunda vuelta, el que obtuvo menos votos desiste de su candidatura para reforzar las posibilidades de victoria de quien enfrente a la extrema derecha.
“Creo que tenemos una seria oportunidad de tener una mayoría absoluta”, dijo Le Pen a los medios CNews y Europe1 ayer, desestimando las encuestas de opinión que sugerían lo contrario como un esfuerzo para desmotivar a sus votantes.
El líder de izquierda Jean-Luc Mélenchon, de Francia Insumisa (LFI), en el otro extremo ideológico, también espera desafiar a los encuestadores y movilizar a los 16 millones de votantes que no participaron en la primera vuelta. “Podemos ganar”, insistió.
Aunque las previsiones predicen que el partido de Le Pen tendrá el bloque más grande en la Asamblea Nacional, también sugieren que no alcanzará la mayoría absoluta que obligaría a Macron a nombrar a su lugarteniente de 28 años, Jordan Bardella, primer ministro.
Se espera que los partidarios centristas de Macron pierdan terreno, dejándolo sin una mayoría parlamentaria para los casi tres años que le quedan en el cargo.
Parálisis. El gobierno de Francia, una potencia mundial del G7 con armas nucleares, miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU y la segunda economía más grande de la Unión Europea, podría quedar paralizado.
Una victoria de la extrema derecha podría obstaculizar la influencia de Francia en Bruselas, donde ha sido uno de los principales motores de la integración de la UE, y perjudicar el apoyo occidental a la lucha de Ucrania contra la invasión rusa. Le Pen insistió en que Macron no podría decidir sobre el apoyo a Ucrania en contra de los deseos del futuro jefe de gobierno.
Si Macron quiere enviar tropas a Ucrania y el primer ministro se opone, “entonces no se envían tropas a Ucrania”, dijo a la cadena CNN.
Según los encuestadores Ipsos e Ifop, el partido de extrema derecha podría obtener entre 170 y 210 escaños en la Asamblea de 577 escaños, muy por debajo de los 289 necesarios para una mayoría absoluta. La encuesta Ipsos Talan para Le Monde, Radio France y France Televisions muestra al RN ligeramente por delante de la alianza de izquierda el Frente Popular Nuevo, con entre 145 y 175 escaños. Esto sería “no caos sino un estancamiento, una paralización total”, dijo Le Pen. Los analistas externos compartían esta preocupación.
Es poco probable que el RN “tome el poder este fin de semana”, pero Francia “enfrentará al menos 12 meses de confusión rencorosa y posiblemente tres años de caos político”, escribió el Grupo Eurasia.
En la izquierda, líderes como Marine Tondelier de los Verdes prevén una amplia alianza de izquierda, centro y centro-derecha para excluir a la extrema derecha.
“El tiempo que sea necesario”. Pero no está claro si todos los electores cuyos candidatos de primera elección fueron eliminados en la primera vuelta se alinearán detrás de un frente anti-RN como el que propone la “desistencia”. Las encuestas sugieren que solo entre un tercio y la mitad de los centristas podrían cambiar a la alianza de izquierda para frenar a la extrema derecha, mientras que quizás dos tercios de los votantes de izquierda podrían respaldar a un centrista.
El aliado de Macron, el primer ministro Gabriel Attal, que hizo campaña el viernes en París, dijo que su administración minoritaria podría permanecer en el cargo después del día de las elecciones “el tiempo que sea necesario”.
En los mercados financieros, las acciones francesas se mantuvieron estables ayer, ya que los inversores esperan que la extrema derecha fracase en su intento de ganar una mayoría absoluta. Pero los analistas prevén una reacción negativa rápida si la extrema derecha toma el poder e intenta implementar su costoso programa económico, que incluye revertir las reformas de pensiones logradas con esfuerzo por Macron.
“No parece haber mucho espacio para un gasto adicional”, dijo Jeffrey Kleintop de la corredora Charles Schwab. Francia podría terminar con el “déficit más amplio” entre sus pares, advirtió.